Empezaba a ser la cosa
De lo más divertida
Y encima honrosa,
Cuando estábamos educados
Para ser tiburones
Y competir contra pequeños pescados,
Formábamos la élite más precisa
Enviando un mensaje al mundo
En la brevedad más concisa,
Dominábamos aquí y allí
En cualquier lugar del globo
Del uno al otro confín,
Nada quedaba para los débiles
Ni tan siquiera la luz del día
Para aquellas plantas frágiles,
Y cuando nos tocó apearnos
De ese trepidante tren
Y comenzamos a percatarnos,
Ya nada quedaba entre las manos
Ya nadie quería ser tratado
Como si fuesen nuestros hermanos;
Historias que contarte en veinte versos
Historias que escucharte en veinte besos
E historias que ocultarte
Al rastro de mil sabuesos.
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