El siguiente en entrar fue Ignacio
Compañero que siempre estuvo
Y a la ayuda no fue reacio,
No recordaba de él un enfrentamiento
Ni una sola palabra
Que estuviese fuera de tiempo,
Siempre fue una persona sensata
E hizo que la conversación
Fuese flor y nata,
Don Fornés no había cambiado
Y aunque siempre fue tímido
Siendo jóvenes había estado
Siempre de su lado,
No podía ser él quien pudiese haber asesinado
Ni tal un crimen imaginario
O no pensaba el interrogador
Que se hubiese vuelto tan sanguinario,
Irrumpió Natividad, con tan clásica naturalidad
Una persona que detestaba
Con un relleno de frialdad,
No consentía ella que Ignacio fuese perdonado
Que el interrogador confiase
En el que había interrogado,
Entre Natividad e Ignacio
Hubo siempre muestras de rechazo
Acaso, la señorita impertinente
Y aquel caballero
Con poco don de gente,
Entre las palabras cruzadas
Se podían advertir
La envidia de Natividad
Y de otra banda aquel chico despierto
Que marcaba buen camino incluso en un desierto,
La habitación era un gallinero de discusión
Con una más que entraba
Y venía a poner orden en la situación,
Querida Patricia.
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